miércoles, 11 de junio de 2014

Crítica a EL ÚLTIMO VUELO DE SAINT-EXUPERY

ME GUSTA CRITICAR (pero poco)

HOY CRITICO A: "EL ÚLTIMO VUELO DE SAINT-EXUPERY"

por ELÁCTOR



Jugar es vivir ¿Es más bien al revés? O ¿jugar es soñar? ¿Soñar es volar? 
Con "El último vuelo de Saint-Exupéry", de Mon Hermosa, hemos jugado y soñado y nos han hecho "volar, ser como Ícaro, estar más cerca de los Dioses, volar". Y en este viaje-juego-sueño volamos dentro de la mente del autor en un momento y tiempo donde nada de lo ocurre ha pasado. O quizá sí. Y hasta el espectador más reticente se verá envuelto por la intensidad del texto y de las interpretaciones.

Ahondar en la mente de alguien, más si es en la de uno mismo, puede ser un 
juego peligroso si lo que descubrimos es que no hay nada de excepcional, es más, lo que puedes encontrar son miserias. Pero esas desdichas son las que nos acercan los unos a los otros, lo que nos hace más reales.

Antonio Velasco (con una gran interpretación, tan llena de verdad como hacía tiempo que no veía en escena) nos aproxima a la persona de Antoine en sus facetas de niño, escritor, piloto, defensor de la II República española y contra la Alemania Nazi, amigo, amante... Y Ana Parra enriquece la puesta en escena. Es arena, desierto, asteroide, sus amores, su familia, su propia muerte. Y juntos crean con voz y cuerpo, bajo las manos de una excelente dirección de Iria Márquez, una magia tan profunda como poética, a un salto de quebrarse por lo frágiles que en realidad somos. 

Yo quise jugar con Antonio Velasco y Ana Parra, aunque llegué tarde porque 
fui a la última representación de esta pieza en Nave 73 (gracias Álvaro Mayo por haber levantado este espacio que ya es referencia para muchos) pero espero que esta recomendación os anime a ver las siguientes producciones de Teatro del Poniente y a no perder el embarque para los próximos últimos vuelos de Saint-Exupéry que programen en un futuro.

"El último vuelo de Saint-Exupéry", una obra de Mon Hermosa, dirigida por Iria Márquez e interpretada por Antonio Velasco y Ana Parra.

Diseño de iluminación: Sergio Balsera / Espacio Sonoro: Vaz Oliver / Vestuario: Ester 

Lucas / Escenografía: Teatro del Poniente / Coreografía: Alberto Velasco

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